CULTURA AXIOLÓGICA:
José Luis Martín Descalso, escritor español en
su artículo "Una fábrica monstruos educadísimos" plantea:
"En 1916 siendo casi un
chiquillo, tuve la fortuna - desgracia de visitar un campo de concentración.
Estuve, efectivamente, varios días
sin poder dormir pero más que todos aquellos horrores me impresionó
algo que leí, escrito por una antigua maestra, residente del campo.
Comentaba que las cámaras de gas habían
sido construidas por ingenieros especialistas, que las inyecciones letales las
ponían los médicos o enfermeros titulados, que niños recién nacidos eran
asfixiados por asistentes sanitarios, que mujeres y niños habían sido fusilados
por gentes con estudios, por doctores y licenciados "educadísimos".
Y concluía: "desde que me di
cuenta de esto, sospecho de la educación que se está impartiendo".
Efectivamente: hechos como éste y
otros que siguen produciéndose nos obligan a pensar que la educación no hace
descender los grados de barbarie de la humanidad, que pueden existir monstruos
educadísimos.
Me sigue asombrando que en los años
escolares se enseñan a los niños y jóvenes "todo" menos lo esencial.
Qué maravilla si los profesores que
trataron de meterme todo en la mollera, me hubieran hablado también de sus
vidas, de sus esperanzas, que hubieran abierto ante el niño que yo era, sus
almas y no sólo sus libros.
De nada sirve tener un título, si
uno sigue siendo egoísta, si luego te quiebras ante el primer dolor, si eres
esclavo por el qué dirán, o la obsesión por el prestigio, si crees que se puede
caminar por el mundo pisando a los demás.
Al mundo le ha crecido la avaricia
del progreso y de la ciencia intelectual y sigue subdesarrollado su
rostro moral y ético."
Queridos colegas y amigos:
Nadie puede exigir lo que no da, y
nadie puede dar lo que no tiene. Para formar valores en los estudiantes debemos
primero tener valores los docentes y en consecuencia ejercer el LIDERAZGO
PEDAGÓGICO.
Para exigirle amor y respeto a
los estudiantes primero debemos darle amor nosotros a ellos y respetarlos.
Está demostrado científicamente que
sin afectos no se aprende.
LA EDUCACIÓN ES UN RECINTO CERRADO
CUYO CANDADO ESTÁ POR DENTRO (EN EL CORAZÓN DE NUESTROS ESTUDIANTES).
ES PRECISO ABRIR ESE CANDADO CON UNA LLAVE AFECTIVA PARA EDUCAR INTEGRALMENTE
AL HOMBRE DEL FUTURO.
En este sentido es importante ser
afectuosos y amables con nuestros estudiantes. No debemos negarle ni una
sonrisa.
UNA SONRISA NEGADA A UN ESTUDIANTE
PUEDE CONVERTIRSE EN UNA SILLA
VACÍA EN UN AULA DE CLASES
Según los especialistas se
necesitan 72 músculos para arrugar la frente y solamente 14 para
sonreír.
¿Consideras que resulta importante
la sonrisa en nuestro comportamiento diario con nuestros estudiantes?. ¿Por
qué?.
Analicemos lo que quiso expresarnos
Charles Chaplin en su poema "La sonrisa".
Una sonrisa cuesta poco y produce
mucho.
No empobrece a quien la da y
enriquece a quien la recibe.
Dura sólo un instante y perdura en
el recuerdo eternamente.
Es la señal externa de la amistad profunda.
Nadie hay tan rico que pueda vivir
sin ella.
Nadie tan pobre que no la merezca.
Una sonrisa alivia el cansancio,
renueva las fuerzas.
Y es consuelo en la tristeza.
Una sonrisa tiene valor desde
el comienzo que se da.
Si crees que a ti la sonrisa no te
importa nada,
se generoso y da la tuya,
porque nadie tiene tanta necesidad
de la sonrisa,
como quien no sabe sonreír.
Sería interesante argumentar las
siguientes frases:
"No se deja de reír al
envejecer, se envejece cuando se deja de reír".
"Es bueno iluminar la vida con
el buen humor, el camino se nos hace menos tortuoso si aprendemos a reírnos de
nosotros mismos y de la vida".
No podemos tratar a los estudiantes
como manejamos las cosas o pertenencias materiales.
Habituados a manipular y mover las
cosas en el mundo físico que nos rodea, olvidamos a veces que el trato social
es muy diferente.
Los estudiantes tienen vida,
emociones, intereses y voluntad propia, igual que nosotros.
No es cuestión de manipularlos como
una cosa, según nuestros antojos, sino de apelar a sus sentimientos e intereses
para crear en ellos la voluntad de que cooperen con nosotros mismos.
Para influir educativamente en los
estudiantes, es vital salvar el prestigio y la estima de ellos, pues en ocasiones
solemos criticarlos delante de los otros, descubrimos sus defectos en público y
le proferimos amenazas, sin reparar que a veces herimos sus sentimientos de
orgullo.
Si por el contrario, contribuimos a
que los alumnos se sientan importantes; es decir, considerados, reconocidos y
estimados lograremos en ellos una mayor complacencia para realizar las tareas
docentes que le sugerimos.
¿Por qué no emplear una forma
amistosa y amable con nuestros estudiantes?.
El estudiante nos devuelve la
misma actitud que le ofrecemos.
Si empleamos una actitud agresiva o
le presentamos cara de pocos amigos, provocaremos en él la misma postura.
Si los estudiantes sienten hacia
nosotros sentimientos de discordia y malos pensamientos, es imposible que
logremos atraerlo a nuestra manera de pensar o que desee cooperarnos.
El amor y el afecto que le
demostramos a nuestros estudiantes descubre y promueve concordancias y el
resentimiento revela y fomenta discrepancias.
El psicólogo Henry H. Goodard hace
unos años usó un aparato llamado "ergógrafo" para medir la fatiga.
Observó que cuando dirigía a sus alumnos que estaban cansados palabras de
elogio, afecto y aprobación en público, el ergógrafo indicaba un ascenso de la
energía, y al revés, cuando eran criticados o reprendidos la curva de la
energía decaía notablemente.
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