domingo, 8 de marzo de 2015

EDUCACIÓN DEL CORAZÓN


los cambios tan dinámicos que se producen en la sociedad obligan a desarrollar una educación diferente, una formación espiritual, más sana, una pedagogía del cariño, una pedagogía del amor, una pedagogía de la ternura, una pedagogía de los afectos, en fin, una educación del corazón, que es el despertador del alma, para ello es importante que comprendamos y reconozcamos a partir de un autoanálisis crítico que la primera huella que la escuela, la televisión, la familia y la sociedad en general, imprimen en el alma del niño es la competencia, la victoria sobre sus compañeros, el individualismo: ser el primero en todo, el ganador, por ejemplo, cuando utilizamos juegos didácticos individuales en el proceso de enseñanza -aprendizaje impulsamos la competencia y el individualismo, pero cuando hablamos de competencias laborales y cuando nos proponemos que nuestro estudiante sea competente y competitivo, también lo hacemos sin esa intención, por supuesto; Entonces la escuela transfiere la responsabilidad de educar a la familia y la familia delega totalmente en la escuela la educación de sus hijos, cuando el estudiante muestra un comportamiento negativo, la escuela responsabiliza a la familia con tales conductas y viceversa, o sea, cuando el hijo actúa mal en la casa, los padres de familia aseguran que la escuela no está jugando el papel que debe jugar.
En una ocasión un director de un colegio les dijo a los padres de los estudiantes:
"si me prometen no creer todo lo que su hijo les dice que sucede en esta escuela, les prometeré no creer todo lo que él dice que sucede en su casa".
La educación que estamos dando a nuestros niños procrea el mal porque lo enseña como bien; La piedra angular de nuestra educación se asienta sobre el individualismo y la competencia y esto genera una gran confusión y dicotomía: enseñarles cristianismo y competencia, individualismo y bien común; y por otro lado le damos largas charlas sobre la solidaridad y el colectivismo que se contradicen con la desenfrenada búsqueda del éxito individual para el cual los preparamos.
¿Cómo resolver entonces esta contradicción?
El docente debe ser emprendedor, tratar de no perder nunca el buen humor, actuar con jocosidad y dominar las técnicas del trabajo en grupo; El docente debe ser un integrante más del grupo y sus relaciones con los estudiantes deben ser cordiales y amistosas, en este sentido es básico que se produzcan relaciones interpersonales profundamente fraternales y tiernas que despierten sentimientos de trabajo solidario, curiosidad por el conocimiento, interés en el estudio y la investigación.
Debemos ser docentes cariñosos, tiernos, afectivos, amables, amorosos con nuestros estudiantes.                                                                                                                         
LEIDY JOHANNA FIERRO MANRIQUE
ID 478218

SABADOS TARDE GRUPO 2

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